lunes, 16 de junio de 2008

Los Parques Naturales de la Mente

Iba yo caminando por aquel camino tan sinuoso. Que de no haber sido por el canto del choui no habria pensado en que me habia metido. Me habia introducido por un agujero que se habia abierto en la espesura del bosque a la manera de una invitacion por lo que yo no habia desconfiado ni un milimetro de temor. Pero ahi estaba ese ser inmundo a la vista. Se trataba de un bicho grande, enorme, de mirada torva que, a pesar de su fealdad repulsiva, poseia en los ojos la comprension de los iniciados. Me pregunte por que se me habia aparecido, a mi, que evitaba en la vida todo tipo de complicaciones y desviaduras. Me preguntaba que tenia que ver yo con todo "eso", esa despatarrada parva de pliegues y recovecos grasosos que, se notaba, podia despalazarse unicamente por arrastre, se veia la hendidura en el piso de tierra, que habia dejado detras de si, para aparecerse de sorpresa. Eso si, en silencio inesperado. Y la criatura, inmensa y prodigiosa, me observaba fija e inexorablemente; esto yo lo deducia por lo profundo de su pupila y por las promesas que de ellas se desprendian, eso creia yo, haciendome creer que de aqui en mas todo seria adivinanza y riqueza. Poco a poco, una sabiduria se me metia como un aguijon dulzon, como una sanguijuela clavada en mi corazon, se me metia a proposito adentro, comenzo a hacerse sentir dentro de mi, o en lo que quedaba de mi. El monstruo, con voz estertorea, es decir, a veces placida, por momentos ronca y tambien aflautada y en instantes chillona y tambien gangosa, me atraia con una fuerza que yo desconocia, que ni Alfredo en sus mejores dias, con sus noches, habia podido hacerme sentir. Te has metido en un problema, me dijo. Despues, dando vuelta con dificultad toda su humanidad gelatinosa, repleta de escamas y de puntas que de clavarse no dejarian ristra de piel alguna entera, me increpa: ahora sigue y veras y sabras todo.